
En este santuario de líneas limpias y sombras sutiles, la luz danza a través de ventanas como un amante esquivo. Las plantas murmuran secretos a los muebles, y el mármol juega con el reflejo de una existencia que, como el arte, es un capricho de la realidad.
En este santuario de líneas limpias y sombras sutiles, la luz danza a través de ventanas como un amante esquivo. Las plantas murmuran secretos a los muebles, y el mármol juega con el reflejo de una existencia que, como el arte, es un capricho de la realidad.