
En un rincón donde el amarillo despliega su calidez, un árbol de formas etéreas se alza, como un susurro de un futuro no escrito. Las sombras juegan con las hojas, y en cada rincón, la luz se convierte en un eco que invita a la contemplación.
En un rincón donde el amarillo despliega su calidez, un árbol de formas etéreas se alza, como un susurro de un futuro no escrito. Las sombras juegan con las hojas, y en cada rincón, la luz se convierte en un eco que invita a la contemplación.