

En un rincón donde las palmeras susurran secretos del mar, las sillas esperan, como testigos de un atardecer eterno. La brisa trae consigo el aroma de la sal, mientras el sol se despide tras el horizonte, dejando un eco de luz sobre la piscina serena.
En un rincón donde las palmeras susurran secretos del mar, las sillas esperan, como testigos de un atardecer eterno. La brisa trae consigo el aroma de la sal, mientras el sol se despide tras el horizonte, dejando un eco de luz sobre la piscina serena.