

En un rincón donde el lujo se disfraza de sencillez, las sillas de terciopelo murmuran secretos de antaño. La mesa, como un altar, espera la llegada de conversaciones profundas, mientras las flores marchitas se ríen de la ilusión de la eternidad. ¿Acaso el tiempo no es más que un artefacto de la memoria?
En un rincón donde el lujo se disfraza de sencillez, las sillas de terciopelo murmuran secretos de antaño. La mesa, como un altar, espera la llegada de conversaciones profundas, mientras las flores marchitas se ríen de la ilusión de la eternidad. ¿Acaso el tiempo no es más que un artefacto de la memoria?