

En un rincón donde el blanco se encuentra con la penumbra de un negro lujoso, se despliega un espacio que susurra secretos de sofisticación. Aquí, cada almohada parece un verso olvidado, y el silencio, un eco de risas pasadas. ¿Acaso no es el vacío el más elocuente de los interlocutores?
En un rincón donde el blanco se encuentra con la penumbra de un negro lujoso, se despliega un espacio que susurra secretos de sofisticación. Aquí, cada almohada parece un verso olvidado, y el silencio, un eco de risas pasadas. ¿Acaso no es el vacío el más elocuente de los interlocutores?