
En este espacio, la luz se desliza como un susurro entre el arte y la banalidad. La alfombra, un mar de colores, invita a los pies a danzar, mientras la guitarra reposa, esperando el eco del deseo. A veces, la belleza es solo un juego de sombras.
En este espacio, la luz se desliza como un susurro entre el arte y la banalidad. La alfombra, un mar de colores, invita a los pies a danzar, mientras la guitarra reposa, esperando el eco del deseo. A veces, la belleza es solo un juego de sombras.