
En un rincón donde la luz se desliza como un susurro, la cama se erige como un trono de ensueño. Su manto de sábanas arrugadas evoca la pereza de un domingo eterno, donde la vida es un suave eco. Ah, el placer es un lujo que a menudo despreciamos, como un poema olvidado en la bruma de lo cotidiano.
En un rincón donde la luz se desliza como un susurro, la cama se erige como un trono de ensueño. Su manto de sábanas arrugadas evoca la pereza de un domingo eterno, donde la vida es un suave eco. Ah, el placer es un lujo que a menudo despreciamos, como un poema olvidado en la bruma de lo cotidiano.