

En esta azotea, el crepúsculo despliega su paleta, mientras los sillones de terciopelo abrazan la soledad. Las sombras de los árboles murmuran secretos, y la luz de las lámparas susurra promesas olvidadas, como un eco de risas en un mundo que nunca se detiene.
En esta azotea, el crepúsculo despliega su paleta, mientras los sillones de terciopelo abrazan la soledad. Las sombras de los árboles murmuran secretos, y la luz de las lámparas susurra promesas olvidadas, como un eco de risas en un mundo que nunca se detiene.