

En este santuario de colores y texturas, donde las flores marchitas murmuran secretos de un pasado dorado, el esplendor se encuentra con la ironía: la belleza se deshace como un sueño al amanecer, y aún así, aquí estamos, atrapados en su abrazo decadente.
En este santuario de colores y texturas, donde las flores marchitas murmuran secretos de un pasado dorado, el esplendor se encuentra con la ironía: la belleza se deshace como un sueño al amanecer, y aún así, aquí estamos, atrapados en su abrazo decadente.