
Esta estancia es un resumen emocional del 2025: un año donde la soledad convivió con la memoria y el tiempo se quedó suspendido. El sillón, la taza de café a medio terminar, la lámpara encendida… son huellas de una presencia que ya no está, pero que aún respira en cada rincón. Son gestos detenidos que hablan de conversaciones incompletas y abrazos que todavía viven en el recuerdo. En la otra esquina, una planta frente a un espejo simboliza la continuidad de la vida pese a la ausencia. Crece lentamente, día tras día, alimentada por la luz que entra como esperanza, reflejando que el ser querido sigue de algún modo presente: no en cuerpo, pero sí en memoria, en afecto y en aquello que continúa. Así despedimos el 2025: honrando lo que se fue, agradeciendo lo que permanece y confiando en lo que aún puede florecer.
Esta estancia es un resumen emocional del 2025: un año donde la soledad convivió con la memoria y el tiempo se quedó suspendido. El sillón, la taza de café a medio terminar, la lámpara encendida… son huellas de una presencia que ya no está, pero que aún respira en cada rincón. Son gestos detenidos que hablan de conversaciones incompletas y abrazos que todavía viven en el recuerdo. En la otra esquina, una planta frente a un espejo simboliza la continuidad de la vida pese a la ausencia. Crece lentamente, día tras día, alimentada por la luz que entra como esperanza, reflejando que el ser querido sigue de algún modo presente: no en cuerpo, pero sí en memoria, en afecto y en aquello que continúa. Así despedimos el 2025: honrando lo que se fue, agradeciendo lo que permanece y confiando en lo que aún puede florecer.