
En un rincón donde la luz se desliza como un susurro, la blancura de las paredes se convierte en un lienzo de posibilidades. Aquí, el silencio se viste de elegancia, y la soledad se burla de la compañía. ¿No es el vacío la más sutil de las decoraciones?
En un rincón donde la luz se desliza como un susurro, la blancura de las paredes se convierte en un lienzo de posibilidades. Aquí, el silencio se viste de elegancia, y la soledad se burla de la compañía. ¿No es el vacío la más sutil de las decoraciones?