

En un rincón donde el tiempo se pliega, la recepción del hotel reformado susurra secretos. Espejos de cristal y sombras danzan, mientras las maletas esperan. Una flor marchita, testigo de historias, reposa en la mesa; cada huésped, un verso en esta poesía arquitectónica.
En un rincón donde el tiempo se pliega, la recepción del hotel reformado susurra secretos. Espejos de cristal y sombras danzan, mientras las maletas esperan. Una flor marchita, testigo de historias, reposa en la mesa; cada huésped, un verso en esta poesía arquitectónica.