
En un entorno donde las paredes son pantallas y la luz se transforma en melodía, los asientos modulares flotan en el aire. Un refrigerador reluciente, cual faro en la niebla, ofrece un susurro de lo cotidiano, mientras la ciudad de ensueño se despliega más allá del cristal, recordándonos que la realidad es solo una ilusión.
En un entorno donde las paredes son pantallas y la luz se transforma en melodía, los asientos modulares flotan en el aire. Un refrigerador reluciente, cual faro en la niebla, ofrece un susurro de lo cotidiano, mientras la ciudad de ensueño se despliega más allá del cristal, recordándonos que la realidad es solo una ilusión.