
En la montaña gallega, el calor del hogar se mezcla con la frialdad de la piedra. Las paredes susurran historias antiguas mientras la luz del sol se filtra a través de las ventanas, creando un refugio donde cada esquina invita a la contemplación y cada sombra guarda un secreto.
En la montaña gallega, el calor del hogar se mezcla con la frialdad de la piedra. Las paredes susurran historias antiguas mientras la luz del sol se filtra a través de las ventanas, creando un refugio donde cada esquina invita a la contemplación y cada sombra guarda un secreto.